miércoles, 23 de marzo de 2016

Y en nuestra sección "Qué triste lo de Bruselas!":


La violencia no tiene fin y a pesar de que la vida es un camino (a veces muy corto), en la búsqueda de la reducción de nuestras disonancias cognitivas, una de ellas siempre será las referidas a la violencia.
Porque por mucho que lamentemos los echos de Bruselas, Estambul, París, Nueva York, Palestina, Israel, Nigeria, etc., seguimos enseñando a los hijos que está bien responder con golpes al bulling, seguimos validando que si alguien quema un perro con agua caliente hay que ir a destrozar el local, seguimos fomentando "las hordas", para reclamar por lo que sea, no exigimos educación para enseñar a no maltratar mujeres, hombres y niños, para así evitar la violencia intrafamiliar...y por sobre todo, hemos validado la peor de las violencias al no demandar justicia y arrepentimiento por la violación de los derechos humanos tras el golpe militar.

Somos un país que valida la violencia. No enseñamos a no agredir (verbal y físicamente).

Entonces sería bueno que partiéramos por nuestro tronco en el ojo, antes de andar rasgando vestiduras por el Estado Islámico. Ese sería un buen ejemplo de disminuir nuestras incongruencias.