lunes, 7 de julio de 2014

Mi opinión sobre los transgénicos



Una de las cosas más valiosas que me pasó en la vida, fue el poder hacer mi última tesis de título (hubieron 2 antes), en la Universidad de Chile, en un Laboratorio de la Fac. de Cs Agrarias. Aprendí mucho, pero en ese momento no me di cuenta, era tan chica, sin atisbo de madurez. Mis asuntos personales me tenían obnubilada.

Pero gracias a ese lugar, es que siento que mi ser profesional comenzó a perfilarse. Fui a seminarios y presentaciones de distintas índoles, conocí mucha gente y sentí por un momento que estaba en el lugar donde ocurrían cosas.

Aprendí por sobre todas las cosas que todo conocimiento científico carece de absolutos y que uno está siempre en posición de cuestionarlo todo, sin ser necesariamente, dueño de la verdad. Aprendí que la búsqueda de respuestas puede tener distintas caras.

Entonces cada vez que puedo trato de ir a seminarios y así pegar un vistazo a lo último de lo último, siempre una se lleva sorpresas.

En esos tiempos (1999-2001), estaban en tan en boga tomar una postura por los transgénicos. En chile varios centros de investigación trabajaban con selección genética bien avanzada y con transgenia (en Arica, Santiago, Valdivia, por ejemplo). Y la sola idea de pensar en intervenir los genes de un ser vivo para mejorar su consumo, era una tremenda innovación. Incluso en esos años ya existían dos líneas muy distintas con respecto al tema, la línea europea y la estadounidense, que se contrapusieron desde la ética.

El primer transgénico comercial se llevó a cabo en tomates, en Europa. En forma simultánea se trabajo para perdurar su madurez post-cosecha y otra transgenia que servía para que el tomate resistiera el ataque de una determinada plaga, lo que favorecía el reducir aplicaciones de plaguicidas en plantaciones de ese cultivo. 

Para personas como yo que consideramos que nada es antinatural (puesto que todos los recursos que utilizan los científicos para investigar están todos dentro del planeta tierra - casi un sistema cerrado, en cuanto a ingresos y salidas de materia), por lo que aunque algunos elementos sean sientéticos u artificiales, no dejan de pertenecer al planeta; el dilema de los transgénicos está asociado más a la "transgenia" que al "transgénico".

Es decir, para mi no existe el transgénico malo o bueno, existe la transgenia mala o buena. Hay transgenias que mejoran nuestra calidad de alimentación, que otorgan mayores oportunidades a los micro y medianos agricultores, que son una ventaja favorable para el desarrollo de la agricultura que tiene la oblicagión de ir adaptándose a las nuevas condiciones climáticas debido a la precesión de los equinoccios. Así como también existen transgenias que están asociadas solo al bienestar económico de unos pocos que les importa nada la salud de los demás.

Me molesta de sobremanera los carteles sobre "No a los Transgénicos", o "No a Monsanto", me parece que responden a personas que navegan en las profundidades de la ignorancia. El problema no son los transgénicos y menos lo es Monsanto. El problema son nuestras políticas y leyes al respecto. No contamos ni siquiera con bancos de semillas estatales regionales que protejan nuestro material genético, no tenemos centros públicos de investigación autosustentables que permitan colaborar al desarrollo de la agricultura regional y estacional. Solo tenemos una Sociedad Nacional de Agricultura y un Ministerio de Agricultura que están enfocados a los precios, las exportaciones, economía, economía y más economía.

Nuestro problema como Chilenos es no exigir a los políticos que se pasean entre ministerios y congreso, las leyes que necesitamos para preservar y proteger nuestro material genético vegetal y animal. Hace cuánto tiempo que no podemos probar una verdadera mandarina, esta que hace años fue reemplazada por una clementina con menos aroma y sin semillas. El problema no es el híbrido, es no poder tener un espacio donde cualquier agricultor pueda obtener lo que su mercado le pide y puede pagar por él.

Y hasta cuándo con Monsanto?!, esta es una empresa multinacional dedicada a la investigación biotecnológica en favor de un beneficio comercial particular...como cualquier otra multinacional. Y Monsanto ha utilizado material genético local de muchos países y le ha dado un valor agregado por el que cobra, el del mejoramiento. El mejoramiento tiene un costo importante, en valor hombre, en recursos naturales y científicos, y cobra como cobra cualquier empresa por su valor agregado. El problema con Monsanto, es que utiliza lo que todos los países dejan que utilice, el material genético propio de un territorio, ese que es de libre uso, porque ha estado ahí como herencia que nos dejó la tierra. El problema es que nosotros permitimos eso.

Nosotros, los mismos chilenos que cuando estuvo de moda el kiwi arrancamos miles de hectáreas de parrones en el Valle del Elqui. Los mismos chilenos que antes de eso, arrancamos miles de hectáreas de paltos, nogales, almendros, chirimoyos, papayos...para poner parrones, en el mismo valle. Los mismos chilenos que vamos a marchas para apoyar lo que desconocemos y que nos comportamos como una masa de gente estúpida que pintamos paredes y hacemos carteles "No a los transgénicos" sin saber de lo que hablamos.

Yo sí quiero una vida con transgénicos, pero los desarrollados con transgenias positivas y beneficiosas para nuestra salud y nuestra vida. 

Yo sí quiero un agricultura inclusiva y avanzada, especialmente para los micro-nano agricultores.

Yo sí quiero protección para nuestros recursos genéticos y un sistema libre de investigación y desarrollo científico.

Yo sí quiero una juventud informada y que marche por las verdaderas necesidades.