martes, 12 de abril de 2011

Lucumí


Es un dulce (gomita), que tiene una receta secreta, que se hereda de padre a hijo (por lo que cada cambio de generación su calidad disminuye), está hecho con dulce de guinda, harina, gelatina y nuez (en vacas flacas es maní).

 Cuando yo lo empecé a consumir, llevaba como apenas unos 5 añitos en este mundo, era una bolsita que adentro traía 3 barras de esta gomita bañada en azúcar flor. Entonces mientras soportaba el tedioso vitrineo adulto, mi mami me enchufaba un lucumí que uno podía chupetar harto rato sin mascar.

 Ahora lo vende un señor en un carrito blanco, en pleno Vivar (vereda poniente) justo antes de llegar a Tarapacá, vende principalmente turrones y maní confitado. Y tiene la barra de Lucumí a $300, generalmente no tiene.

 Salí en su busca antes de ayer y cuando lo encontré le dije (viendo que no tenía), "para mañana quiero 10 Lucumís!". Pobrecito, no sabía si reirse o no, mientras me escrutaba la cara. Le guiñé un ojo y me fui.

 Al día siguiente lo encontré de nuevo y tenía sobre el vidrio 10 paquetes,

 - La estaba esperando...

 -Así veo, cuánto le debo?

 -Son $3.000

 -Pero cómo? subieron? hagamos lo siguiente, agreguemos estos 2 paquetitos más y le pago los $3.000.

 Se sonrió y metió 12 paquetes en una bolsa.  Le regalé mi mejor sonrisa, pagué.

 Me despidió con un "gracias! no me voy a olvidar de usted!".

 (Me van quedando 6).


5 días después: tuve que volver a comprar porque ya me quedaban 2, el hombre me reconoció y me conservó la tarifa, cuando le señalé que venía de Santiago me regaló un turrón para "que vuelva cuando venga".


Nice!

jueves, 7 de abril de 2011

en Iquique

...y volví a la Tierra de Campeones por unos días.


A veces cuando estoy en la capital cierro los ojos y me imagino mi tierra natal. Ahora que estoy aquí aprovecho de recargar esas imágenes. El mar, el quemante sol de las 11 am, los autos oxidados, la gente bien morena, los cerros.

Conocí a mi sobrino nuevo, y al viejo aún no lo veo.

Estuve con mi hermana, mi hermano y no he peleado con ninguno.

Me he convertido en "la única hija", como ellos me llaman celosos, he regaloneado como nunca y como siempre.
He comido comida de mamita.

He hablado como una loca, como una wawa, como una adulta, como una empresaria, como una iquiqueña, como una tía y como una hija.

Heredé el netbook antiguo de mi mami y heredé también sus manos y pies. Me anoté en la herencia de este hermoso escritorio y me anoté para heredar su vejez.

Acá soy feliz y triste a la vez. Disfruto las cosas con nostalgia anticipada. Acá saludo como diputada.

Acá extraño allá.