viernes, 22 de octubre de 2010

Mundo cruel

Hoy cierro mi día con un nudo en la garganta y el corazón. Me siento como la peor samaritana del mundo. 

Me explico, hoy después de una buena tarde de laburo nos fuimos donde la hermana de mi Su. Pasadas las 23:30 se les ocurrió pedir sushi del Pub del cuñado de mi misma Su. Me ofrecí para ir a buscarlos. 

A las 23:56 hrs en Colón con Vespucio, recordé que debíamos pasar a la farmacia para unos encargos de mi suegra, que aún no se mejora (razón por la que estamos viviendo en su casa...hasta que se mejore). Llamé a mi Su y confirmado el olvido! luego de cometer una infracción de tránsito me metí a la bomba de bencina adjunta a la Farmacia a punto de cerrar. Entré y compré, en el proceso de pago entra al local un señor que preguntaba por un SAPU en el sector. Los vendedores le dijeron que no, ningún SAPU alrededor. Desconozco la ESTÚPIDA razón que me llevó a no preguntarle "porqué?" al caballero (señor con gorro de lana, bien abrigado y chaquetita reflectora).

Pero ya estaba atrasada para ir a buscar el Sushi y con el local a punto de cerrar, pasé veloz al lado del señor. Al salir me detuve porque me habló mientras tomaba su bicicleta, dijo algo así de si se me ocurría dónde podía ir por ahí mismo, porque llegando a su casa en Peñalolén él sabía que podía encontrar SAPU, pero no sabía si alcanzaba a llegar. La Farmacia cerró. Ahí la imbécil de yo le pregunté que qué necesitaba, y me dijo esas palabras que todavía me torturan y martillan en el corazón: "me mordió un perro en Escuela Militar", acompañando las palabras con el gesto de mostrarme el pantalón completamente rajado a la altura del tobillo. "¡Perro de mierda!" pensé. Le levanté el pantalón y tenía la misma rajadura en la piel que ya estaba inflada como si se hubiese injertado una pelota de tenis. 

Fui tan imbécil y estúpida que inmediatamente pensé que no lo podía ayudar porque a pesar de andar movilizada (con los recursos de poder llevarlo), tenía que ir a buscar el famoso Sushi. Y me imaginé llevándolo a buscar mi tonto encargo, mientras él me esperaba en el vehículo, pasar a dejar el encargo y luego llevarlo a Peñalolén (casi precordillera), y mi cabeza dijo que no era buena idea. Y lo dejé irse pedaleando a penas cuesta arriba por Vespucio, con su pierna pa la cagá. Al subirme al vehículo sintiéndome peste, me di cuenta que ni siquiera atiné a conseguir alcohol o agua oxigenada en la misma Farmacia para al menos amortiguar la infección de la maldita mordida..... ni siquiera.

Se me encogió el corazón.

Fui a buscar los "aquellos" y de regreso lo busqué por la calle para redimirme. 

No lo encontré.

Y todavía tengo esta egoísta pena, que me genera un malestar en el corazón por haber sido tan mala. 

Deseo con toda mi alma que el señor haya llegado a al SAPU de Peñalolén.

Es definitivo... no hay cielo para una mala samaritana como yo.

1 comentario:

:( dijo...

Quienes creen aún en el cielo, deben creer también en otra cosa. Es una frase muy antigua, que dice más o menos asi:

"De los arrepentidos es el Reino de los cielos..."

Los que no tienen derecho a ese cielo, son los que -en casos como éste- se fueron a buscar el Sushi, volvieron a casa, y durmieron tranquilamente toda la noche...

[Tal vez no tengas derecho a un sillón VIP, pero es seguro que te toca un lugarcito en la Tribuna Andes...]