sábado, 4 de noviembre de 2006

Colecta Nacional Fundación Las Rosas


Hace unas semanas en la oficina había que asistir a una jornada de colaboración en un Hogar apadrinado por Interamericana de Fundación Las Rosas. Es uno de los hogares más pobres. Yo no fui. Me sentí culpable.

A los días después llegó nuetra encargada de Alianza pidiendo voluntarios para la Colecta Nacional. Entonces yo pensé, bueeeno como falté a lo otro mejor me anoto para la colecta. Pensamiento que fue seguido por "cómo será participar en una colecta?". Siempre las desprecié (en cierto modo), me eran indiferentes. Cuando aportaba, me sentia heroe, especialmente cuando rechazaba el autoadhesivo.

Tomé de mi propia medicina.

Hoy participé por 5 hrs en la colecta nacional. Nos dieron una pechera de la Fundación, una alcancía de género y un jockey de la Empresa (marketing). Con las identificaciones correspondientes.

La cita era a las 8 hrs en Bellas Artes. De a dos la idea era apoderarse de las esquinas más transitadas. Fuimos a dar con mi partner a Loreto con Bellavista.

Uf a la hora, ya me quería ir a mi casa. Qué difícil, que ingrato, que gratificante, que cansador, que chistoso.

Difícil, por lo complicado de caminar entre los vehículos entre luces verdes y rojas (por que porqué no decirlo, las amarillas valen hongo). Da susto.

Ingrato porque cuando tu das tu mejor sonrisa y tu mejor energía, te encuentras con innumerables "no's" o con mucha indiferencia. Ellos no saben lo que es estar del otro lado de la ventana, ahi en la calle. Mojándote la punta del zapato.

Gratificante, porque cuando has perdido la esperanza en la raza humana (disculpando la exageración), aparece una sonrisa con una mano extendiéndote una moneda.

Cansador, porque es agotador. Con mi compañera nos fuimos a Patronato, cediendo nuestra esquina ganada al vendedor de frutillas y de superochos; para largar nuestra travesia a océanos más profundos. Qué sabíamos que eso nos cansaría más????

Chistoso, fue gracioso tomar conciencia de lo que todo esto significó para mi. Me reí muchísimo. Me rei de mi misma. Me rei de poder tener la oportunidad de desplegar mis encantos más inocentes para pedir dinero. Me rei de lo tonta que no voy a volver a ser cuando me cruce con una colecta. Me rei de la gente que me evitó haciendo cómo k hablaba por celular; o los que evitaron el contacto visual, para no verme la cara de alegría, para pedirles una moneda a nombre de la Fundación. Lo disfruté muchísimo.


Moraleja: La próxima vez que veas a una persona con pechera pidiendo plata en una bolsita de género, dale aunque sea una moneda de $10 (mejor si es de $100), sonríele. Y si no tienes, por lo menos has el "amague" de buscarte una moneda en los bolsillos y le dices "pucha, no tengo". Ah y siempre acepta el autoadhesivo si te lo ofrecen, eso ayuda a lograr una mayor eficiencia del tiempo, asi le pueden pedir dinero a alguien que no ha dado. Simple.




Y por último si ves a una persona pidiendo por una colecta nacional (no importa cuál sea) .... piensa que puede ser una ........... Rocío.

1 comentario:

Dragón del 96 dijo...

Las colectas siempre me espantaron, las cosas no son como cuando era más niño. Creeme que no confío en el ellas, pero a veces colaboro.

Slaudos.