"Un muchacho de 20 años, aquejado probablemente de alguna enfermedad mental, entra al zoológico en un estado delirante, y siguiendo los comandos psicóticos de su mente gravemente enferma, se introduce en la jaula de los leones buscando ser devorado vivo por las fieras.
Funcionarios del Zoológico dan muerte a los animales cuando se hace evidente que la vida del joven estaba en peligro inminente y habían fracasado los esfuerzos menos radicales para proteger la vida de un ser humano.
Ante este hecho, impresionan las innumerables reacciones de la gente por el desprecio manifiesto hacia el muchacho. Aparecen expresiones de indignación en muchísimos ciudadanos porque se sacrificó a dos animales a cambio de alguien que "quería morir".
Resulta lamentable que para mucha gente la vida de alguien que está padeciendo una enfermedad mental no tenga ningún valor. El amor por los animales no puede ir acompañado de tan profundo desprecio por la vida de un ser humano que obviamente no ha decidido libremente morir con una muerte horrenda a manos de animales salvajes.
Franco Ferrada estaba aquejado de una grave enfermedad que se hizo letal. Me pregunto si la reacción sería igual si hubiera caído accidentalmente dentro de la jaula por una afección muscular. Seguramente el público lamentaría el sacrifico de los leones, pero entendería que hubo una justificación.
Falta mucho entre nosotros para comprender que la enfermedad mental grave (que en este caso se presenta con un estado psicótico) impide a una persona discernir o tomar decisiones. Debiera recibir, él y su familia, toda nuestra compasión y solidaridad."
José Bitrán, psiquiatra.
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